Entre el 21 de febrero y el 16 de marzo de 1965 se llevó a cabo el VII Concurso Internacional de Piano Fryderik Chopin en Varsovia. Lo ganó una joven argentina que aún no había cumplido 24 años, Martha Argerich. Cuatro meses después, la pianista actuó por primera vez como solista en el Teatro Colón –donde ya se había presentado con orquesta a los 11 años– con un recital extraordinario e inédito hasta el momento. El programa incluyó la Partita en Do Menor BWV 826 de Johann Sebastian Bach y la Sonata Nº 7 Op. 83 de Sergei Prokofiev, dos obras a las que volvería más de una vez y de las que dejaría plasmadas versiones discográficas de referencia, más la Sonata Op. 10 Nº 3 de Ludwig Van Beethoven y el Scherzo Op. 39 y tres Mazurkas Op. 59 de Fréderic Chopin. Hubo, además, algunos bises de antología: el Estudio Op. 10 Nº 4 en do sostenido menor, el Nocturno Nº 4 en fa mayor Op. 15 Nº 1 y la Mazurka Nº 15 en Do Mayor, Op. 24, también de Chopin. La técnica apabullante, el sentido musical y el exquisito fraseo, sumados a un manejo sonoro del instrumento que, afortunadamente, la restauración actual pudo rescatar, convierten a este recital no solo en un documento único –la posibilidad de asistir al surgimiento de una de las voces fundamentales en la historia de la interpretación pianística– sino un verdadero acontecimiento estético.

Leer más +